sábado, 24 de maio de 2008

A room of one’s own, Virginia Woolf

El texto crítico de Virginia Woolf, escrito en un tono de ficción, muestra el recorrido que la autora hace para analizar la situación de la mujer en el mundo académico y literario. Para esto, usándose muchas veces de la ironía, explica la relación de la mujer con la ficción a través de una ficción. La realidad crítica y la situación ficcional se confunden profundamente, esto, sin embargo, no resulta tan grave como suena, gracias al poder narrativo de la autora.
Llegando a la conclusión que algunos comentarios sobre autoras especificas no serían suficientes para tratar la cuestión, que además es posible de examinar por, por lo menos, tres matices: la mujer como ella es, la mujer y la ficción que escribe y la mujer y la ficción escrita sobre ella, todos estos indudablemente inseparables.
Para empezar llega a la constatación que la mujer necesita tener dinero y una habitación (techo, en la traducción al portugués) toda suya si pretende escribir ficción. El texto de ficción que envuelve la explicación, cargado de verosemejanza, coloca a la propia autora en la busca de una solución para sus dudas. Así, ya como queriendo dar pistas al lectores de los varios factores que la llevan a llegar a sus conclusiones, se coloca como parte del problema: “(…) Mais o instinto que a razão veio ao meu auxilio: ele era um Bedel: eu era uma mulher. Aqui era o gramado: a trilha era lá. Somente os Fellows e os estudantes têm permissão de estar aqui; meu lugar é no cascalho” (p. 10)
Primero abre varias cuestiones: la donación sacrificada de muchas personas para la construcción de la universidad, los detalles de un almuerzo, la poesía que hombres y mujeres cantaban en reuniones sociales antes de la guerra, un extraño gato sin cola, nada con aparente conexión entre si, o con el tema de la mujer y la ficción. Pero estos cometarios se unen como una orquesta para llegar a la constatación que es la situación social de la mujer que determina su tipo de escrita. No es, por mucho tiempo su supuesta falta de capacidad intelectual, o su aparente tendencia a escribir sobre temas superficiales, ni ningún argumento especulativo por el estilo.
Esta condición se demuestra en la falta de capacidad que la mujer tuvo durante muchos siglos, y talvez en alguna medida aún tenga, de alcanzar su independencia financiera, por ejemplo, que se traduce irremediablemente en independencia intelectual. Muestra ejemplos de mujeres que a pesar de no poseerla de manera completa, consiguieron producir una literatura, si buena o mala no viene al caso, por que estaríamos comparándola con la producción literaria hechas por hombres. El caso es, que como síntesis de su texto, no resultaría posible ni siquiera una comparación hasta en términos pragmáticos de la producción literaria.
De ninguna forma propone que la mujer deba, para ser escritora, renegar o abandonar su naturaleza de madre y mujer: “Só que, se A Sra. Seton e outra igual a ela tivessem entrado no mundo dos negócios aos quinze anos de idade, não teria havido - e esse era o ponto fraco da argumentação – Mary alguma.” (p. 30)
La cuestión se encuentra en el desequilibrio entre las posibilidades de los dos sexos, el ejemplo de la hipotética hermana de Shakespeare ilustra eso. La mujer siempre reclusa en la aprisionadora seguridad primero de la casa materna, después en la del marido, o si no en la aparente libertad de una condición social más privilegiada, pero siempre reclusa finalmente. Muchas veces sin el espacio necesario para el desenvolvimiento de sus curiosidades y potenciales.
Por otro lado es puesta la rabia con que algunos hombres, o la mayoría de ellos, escribe sobre las mujeres, es claro, siguiendo la lógica de la autora: a quien tiene el poder le cabe, por veces en la forma de violencia, disminuir al otro, a la otra en este caso. Esto con la justificativa de tratar de preservar su poder. Así para lograrlo fue necesario “encerrarla”, en el sentido más metafórico y literal del término.
La paradoja de esta lógica, y su afirmación como veremos, se encuentra al observar la inmensa potencialidad de la imagen de la mujer, y su sexo, observable en la literatura hecha por hombres. La mujer como imagen literaria y como idealización parece muy atractiva a poetas y prosistas.
Partiendo de allí, y admitiendo que el ser humano necesita de estas cosas materiales básicas para poder ser un ser pensante, ya lo dijera Aristóteles, la mujer en la ficción choca con la mujer en la realidad: al mismo tiempo en que les era permitidos por ley a los hombres castigos físicos, son objeto de admiración e inspiración en la literatura.
Así su propuesta se encamina en la dirección de observar al sexo femenino como sujeto social que se ve en la necesidad de enfrentarse al poder masculino, y al mismo tiempo ser un pilar fundamental, y olvidado, de la historia de la humanidad.
Como los jóvenes de la hipotética universidad del relato, las mujeres también necesitan disfrutar de los beneficios que la cultura, el tiempo libre y el buen vivir que parece estar reservados sólo a los hombres, o sea, en el limite, de las mismas buenas condiciones para la realización del acto de pensar. Pero el hecho es que no las tuvieron, aún cuando tuvieron en los idos de la revolución industrial, que entrar en el mercado laboral en igualdad de deberes, pero no de derechos.